jueves, 4 de marzo de 2010

La tierra natal de nuestra abuela Lucy: Etiopía


¿Os acordáis de la abuela Lucy? Lucy era aquella affarensis que murió hace 3 millones de años al intentar cruzar un río de Eiopía. Este país es el que vamos a conocer la próxima semana. Es uno de los países más antiguos del mundo, y como ya sabemos, la tierra de nuestros más lejanos antepasados.



Vocabulario:


Etiopía es uno de los más antiguos países del mundo. En la larga y
perturbada historia del continente africano, es el único que nunca ha caído bajo la brutal colonización y que aún hoy sigue siendo cristiano, mientras prácticamente todos los demás países del este de África abrazaron el Islam.

Cuando visitas Etiopía por primera vez, generalmente te sientes sorprendido por la extraordinaria belleza natural de un lugar que también es increíblemente rico en cultura e historia.

La sorprendente diversidad de paisajes, antiguas tradiciones y gente dejan una impresión duradera que contradice el engañoso
estereotipo de ser un país asolado por la sequía y la hambruna.

Observa a través del
incienso el mundo medieval tallado en piedra de Lalibela, y descubre la borrosa línea entre el pasado y el presente mientras participas en ceremonias cristianas que se han mantenido intactas durante 1000 años.

Aún así, maravilloso y
desgarrador, es un viaje que nunca olvidarás. No viajes a Etiopía buscando una escapada relajante, porque aquí el secreto es moverse, viajar y descubrir.

Puede que no sea el imperio de la Reina de Saba, ni el último lugar de descanso del Arca de la Alianza de los antiguos israelitas, pero es hogar de algunas de las civilizaciones antiguas más notables, y la tierra donde fueron descubiertos los restos fosilizados de nuestros primeros ancestros humanos.

El paisaje montañoso está cubierto de ruinas antiguas, con maravillas esculpidas como
obeliscos, pueblos y paredes Islámicas milenarias e iglesias excavadas en roca sólida. También tiene su parte de lugares salvajes, con hipopótamos, leones, tribus africanas e indomables ríos.

Ten en cuenta que Etiopía es monetariamente pobre, y un viaje allí es difícil, tanto física como mentalmente. Sin embargo, quienes estén dispuestos a tomar algunas
dosis de inquietud junto con los abundantes tesoros, serán gratamente recompensados.

El primer lugar que visitamos fue Addis Abeba, la colorida capital, donde la mayoría de los turistas inician la exploración.

La ciudad tiene algunos mercados animados y atracciones turísticas como el Museo Nacional de Etiopía, lugar de descanso de "Lucy", el famoso fósil homínido.

También visitamos varias interesantes mezquitas y catedrales, así como el viejo Palacio Imperial Menelik, la sede oficial del gobierno etíope.

Addis Abeba es un lugar de profundos
contrastes, una mezcla de pobreza y riqueza, urbanización y naturaleza, contrastes pero con una importante cuota de desempleo, delincuencia y miseria.

Sin duda, la principal atracción de Etiopía son las iglesias rupestres de Lalibela, consideradas entre las más increíbles estructuras hechas por el hombre,
veneradas y reconocidas entre etíopes y extranjeros, y sede de algunas de las más famosas fiestas religiosas del país.

Para alojarnos elegimos el Hotel Roha, situado en un extremo de la avenida que lleva a Lalibela, a solo 1,5 kilómetros del hotel. Desde el punto de vista del país, es un buen lugar, bastante limpio y cómodo, ideal para un viaje de aventuras.

Este antiguo mundo está compuesto por 11 iglesias medievales que datan del siglo XIII. Los tenuemente iluminados pasadizos,
criptas y grutas ocultas fueron tallados en roca volcánica de color rojizo hace casi un milenio por la dinastía Zagwe.

Los historiadores dicen que las iglesias fueron encargadas por el rey Lalibela, quien afirmó haber recibido instrucciones de Dios en un sueño para construir los más bellos lugares de culto en la Tierra.

Declarada Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO, sin duda es uno de los mayores lugares de interés histórico-religioso del mundo cristiano.

Las
ermitas son accesibles a través de barrancos esculpidos, y misteriosos pasadizos subterráneos contienen los restos de los últimos miembros del clero.

Nuestra experiencia no-religiosa favorita en Lalibela fue el mercado del sábado, un buen lugar para ver a los pobladores comerciar con cabras, vacas, telas y hortalizas, de la misma forma que lo hacían sus antepasados hace cientos de años.


Podemos encontrar el texto sobre Etiopía en esta dirección.

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