jueves, 21 de enero de 2010

Palabras de otros

Las palabras de otros nos pueden servir de trampolín para impulsar las nuestras.
¿Hacía qué historias crees que pueden llevarnos estos inicios.....?



H.P. Lovecraft:
Es media noche. Antes del alba darán conmigo y me encerrarán en una celda negra, donde languideceré interminablemente, mientras insaciables deseos roen mis entrañas y consumen mi corazón, hasta ser al fin uno con los muertos que amo.....



Jack London:
Había estado en el agua aproximadamente una hora, y el frío y el cansancio, aunados al terrible calambre en el muslo derecho, me hacían pensar que había llegado mi fin....




Clarice Lispector:
La partida era en la Central con su reloj enorme, el más grande del mundo. Marcaba las seis de la mañana. Ángela Pralini pagó el taxi y cogió su pequeña valija...



Franz Kafka:
Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto....



José Saramago:
Un hombre llamó a la puerta del rey y le dijo:
- Dame un barco.
La casa del rey tenía muchas más puertas, pero aquélla era la de las peticiones....


Álvaro Mutis:
Sharaya, el Santón de Jandripur, permanecía desde tiempos muy lejanos sentado a la orilla de la carretera, a la salida de la aldea. Allí recibía las escasas limosnas y las cada vez más raras oraciones de los aldeanos...



García Márquez:
Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:
-No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo...





Ana María Matute
A los trece años se le murió la madre, que era lo último que le quedaba. Al quedar huérfano ya hacía lo menos tres años que no acudía a la escuela, pues tenía que buscarse el jornal de un lado para otro.



Marcel Schwob:
Pienso que la amó tanto cuanto se puede amar a una mujer en este mundo; pero su historia fue más triste que ninguna...


Las mil y una noches IX:
"He llegado a saber que en tiempo del califa Harún Al-Rachid vivía en la ciudad de Bagdad un hombre llamado Sindbad el Cargador. Era de condición pobre, y para ganarse la vida acostumbraba a transportar bultos en su cabeza...



Las mil y una noches IV
"Había en la ciudad de Bagdad un hombre que era soltero y además mozo de cordel.
Un día entre los días, mientras estaba en el zoco, indolentemente apoyado en su espuerta, se paró delante de él una mujer con un ancho manto de tela, de Mussul, en seda sembrada de lentejuelas de oro y forro de brocado....

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